Bibliotecas y librerías
Hoy vengo a contar un breve e irrelevante anécdota sobre algo que sucedió, hace varios años, mientras cursaba
Arquitectura de Computadoras.
De alguna manera, nuestro profesor; un hombre mayor de unos 65 años, empedernido peronista, con tendencias
trotskistas y la voz más áspera que el tabaco puede producir, mencionó las bibliotecas como
herramienta para compartir información entre distintos programas (refiriéndose a los .dll y .so). No tengo muy claro cómo llego a entrar en ese tema, ya que las clases se basaban
principalmente en diseñar circuitos lógicos. Supongo que el no haber estado prestando demasiada atención tampoco
ayudó.
Sin embargo, el cómo llegó nuestro profesor al tema no es lo que quiero compartirles. Lo interesante (si es que el suceso que voy a describir puede calificarse de este modo) es lo que ocurrió inmediatamente después.
Alguno de mis compañeros decidió hacer una pregunta al respecto, pero, al formularla, decidió utilizar el término librería en lugar de biblioteca. Y esto, que podría parecer un simple error a la hora de traducir la palabra inglesa Library, propiciado por la similitud gramática y fonética de ambas palabras, o un inocente abuso del lenguaje, despertó una inesperada cólera en nuestro profesor que, durante la próxima media hora de clase, se dedicó a explicar fervientemente la diferencia conceptual entre ambos términos; apuntando a que múltiples intereses buscaban lograr que algo de dominio público como lo son las bibliotecas y cuyos contenidos se encuentran abiertos a la comunidad sin mayores restricciones se convirtiera en una herramienta de negocio controlada por empresas privadas generando ganancias por algo que históricamente fue de libre acceso, llegando incluso a mencionar el Plan Atlanta como parte de su discurso. (Aclaración importante: dejando de lado las analogías, el discurso siempre se centró en el ámbito del software. En cuanto a este artículo concierne, no hay nadie con intereses de convertir las bibliotecas públicas en librerías privadas).
En el momento no le di mayor importancia a esta diferencia conceptual entre los términos y seguí con mi vida. Años después, sigo sin darle mayor importancia a esa diferencia, sin embargo, ese incidente sigue presente en mi memoria.
Me parece ridícula, o cuando menos irrelevante, la idea de que existe un grupo de personas dedicado a privatizar el software libre minando las bases mismas del lenguaje (y todo esto únicamente en español); y aun así cada vez que hablo de manera consciente sobre alguna Library con un compañero de trabajo elijo usar la palabra biblioteca a pesar de que, al menos en los círculos en los que me muevo, se encuentra mucho más extendido el uso del término librería.
¿Por qué será?